viernes, 12 de junio de 2009

El Espacio y La Instalación. Por Eliseo Solís Mora

El espacio como un recurso de la instalación parte de la obra
Por Eliseo Solís Mora


Desde 1913, Marcel Duchamp (1887-1968), artista francés, con sus readymade, planteó la apropiación de las coordenadas espaciales como motivo creativo, un espacio repensado y resignificado, al cambiar del orden cotidiano la utilización de objetos, agregándole una visión paralela a la original, creó una nueva identidad de los objetos, concebidos como obras y con características estéticas. Para su momento no se consideraban dentro de términos instalativos a los objet trouvé, estas consideraciones surgen a posteriori, en virtud de las implicaciones espaciales que condujeron a los nuevos lenguajes.
En Pierre Cabanne. Dialogues with Marcel Duchamp, Da Capo Press. N. Y., 1979, afirma Duchamp, “la palabra readymade se instaló desde entonces. Parecía perfecta para esas que no eran obras de arte, que no eran bocetos y para las cuales no cabía aplicar ningún término artístico.”(Pág.:14). Tomado del libro Re-Readymade, editado por el Museo Alejandro Otero en Caracas en 1997, con motivo de la exposición homenaje a Marcel Duchamp.
Además, en este libro Gabriela Rangel, en el texto Legitimar lo Infra Leve, deja claro que, “(…) Duchamp no hace más que enfatizar que para la formulación del juicio estético kantiano era necesaria la existencia de una noción espiritual del arte que no existía ni podía existir desde el advenimiento del capitalismo industrial.” (Pág.: 14).
Con el análisis del espacio del objeto, “es a través del readymade que Duchamp contribuye al debilitamiento y posterior destrucción del ideal romántico del arte para llevar a cabo lo que George Steiner ha llamado, en el contexto de la crisis del lenguaje y el problema de la condición del autor, “la demarcación lógica del sentido sin sentido.” (Pág.: 15).
Octavio Paz (1914-1988), escritor mexicano, por su parte dice de los readymade, que “(…) no son anti-arte, sino artísticos (…) su interés no es plástico sino crítico o filosófico. Sería estúpido discutir acerca de su belleza o fealdad, tanto porque están más allá de la belleza y la fealdad como porque no son obras sino signos de interrogación o de negación frente a las obras. El ready-made no postula un valor nuevo: es un dardo contra lo que llamamos valioso. Es crítica activa: un puntapié contra la obra de arte sentada en su pedestal de adjetivos (…) El “ready- made” es una crítica del gusto: es un ataque a la noción de obra de arte.” (En guía de estudio 13. Re-Readymade, Caracas, 1997. Pág.: 14)
En la construcción de un estado nuevo del espacio creativo y cotidiano no existe, sino una posible vinculación paralela en la utilización de los elementos. El espacio no deja de ser el mismo, solo que en la actividad creativa se dejan ver y ocultar ciertas condiciones comunes con la intención de liberar el orden mental que tenemos codificado, donde está implícito el tiempo, como conocimiento trascendente en la significación del espacio instalativo.
Algo importante que concluye Gabriela Rangel, es “la recepción del readymade en el arte contemporáneo se ha articulado a través de las instalaciones y los objetos que traducen la condición de intemperie del arte: la copia precede al original y lo real no se diferencia de lo representado.” (Pág.: 17).
A continuación, en el Manifiesto Blanco de 1946, bajo la influencia del trabajo desarrollado por Lucio Fontana, artista argentino - italiano (1899-1968), a través de su concepto de spazialismo, un grupo de artistas discípulos declaran, “Concebimos la síntesis como una suma de elementos físicos: color, sonido, movimiento, tiempo, espacio, integrando una unidad físico psíquica. Color, el elemento del espacio, sonido el elemento del tiempo y el movimiento que se desarrolla en el tiempo y en el espacio, son las formas fundamentales del arte nuevo, que contiene las cuatro dimensiones de la existencia. Tiempo y espacio.” La sensación de espacio plástico se determina con las coordenadas infinitas en los dominios espaciales del espectador, ya no considerado como el espacio de un artista, sino como un espacio propio, es la existencia más allá de lo estético.
Esta variedad pseudoriemanianna de espacio y tiempo, considerada en este manifiesto fontaniano como fundamento para el arte contemporáneo, es el concepto que define una nueva era dimensional del arte, donde lo filosófico, lo científico y lo plástico de la obra espacial confluyen en un acto reflexivo posinstalativo, aliado a la arquitectura.
Jacqueline Goldberg (1966), venezolana, doctora en ciencias sociales, en su libro La instalación. Tácticas y Reveses de 2002 (pág.: 30) cuando analiza al autor Michael Archer en su ensayo Inside the White Cube: The Ideology of the Gallery Space y la idea de “spazialismo” de Fontana y el Manifiesto Blanco, deja claro que, “(…) buscaba trascender el espacio ilusorio del arte tradicional al integrar el arte a la arquitectura y a las grandes ambientaciones, fracturando la coherencia de la superficie pictórica (…) Esto modifica las relaciones convencionales entre el observador y la pintura o la escultura, no sólo en la forma en que se presenta el trabajo artístico, sino en la manera como la significación o sentido aparecen entre el espectador y la obra de arte”. La desaparición de la diferencia entre espacio museal, obra y espectador está dada por la integración de dimensiones y estructuras a la compleja función a priori y a posteriori de la existencia de la obra.
Las características de los trabajos de Duchamp y Fontana, son un referente en el estudio de las instalaciones, debido, en el caso duchampiano a la trascendencia de la idea de la obra de arte y la utilización desmitificada del espacio museal y en el caso de los espacios fontanainos, el hecho de haber contribuido al estudio bidimensional, tridimensional y tetradimensional, con la inclusión, desde el orden plástico, la noción de tiempo y espacio. La formación de un concepto dado por condiciones creativas que permiten la ampliación de temas tan complejos como el espacio de las obras instalativas.
En la concepción del "espacio levitante", como una "instalación de elementos modulares suspendidos", he podido confluir la problemática del espacio como un recurso más de la propuesta plástica, constituyendo el conocimiento que he obtenido, a raíz de mi trabajo desarrollado en la Galería Universitaria Braulio Salazar de la Universidad de Carabobo (Valencia, Venezuela), donde he podido precisar aún más el valor del espacio en la obra, considerando de forma estratégica la museología, museografía y curaduría, que implica una propuesta instalativa.

Tesis de Pregrado de la Licenciatura en Artes Visuales.
Solís Mora, E. (2008). Espacio Levitante. Instalación de Elementos Modulares Suspendidos. En: Capítulo I. Indagaciones. Mérida, Venezuela: Universidad de Los Andes.

Libros y Catálogos Consultados
Rangel, G. (1997). Legitimar lo infra leve. Re-Readymade. Fundación Museo Alejandro Otero, pág.: 11-17.
Re-Readymade. Guía de estudio 13. Fundación Museo Alejandro Otero, pág.: 1-25.
Lucio Fontana. (1974). Fundación Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.
Goldberg, J. (2002). La instalación. Tácticas y reveses. Valencia, Venezuela: Universidad de Carabobo y Ateneo de Valencia.

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